Durante mucho tiempo estuve sumergida en una vida de desinterés, realmente no me importaba llevar una buena alimentación a fin de cuentas decía ¨soy muy joven, no pasa nada ¨ además tenía el descaro de decir ¨mi metabolismo es muy rápido, bajar de peso no será ningún problema¨ Pero la realidad era otra. Mi cuerpo poco a poco estaba mostrando las consecuencias de la pésima alimentación que llevaba, y aunque no se reflejaba en sobrepeso en mi interior las cosas no marchaban del todo bien. Mi sistema digestivo no estaba funcionando adecuadamente; en pocas palabras me pudría por dentro, ¡SI! Así de desagradable.
Fue entonces que me vi obligada a mejorar mi alimentación y como por arte de magia el dolor, la inflamación, la anemia, la caída de cabello, el estreñimiento e inclusive las manchas en la piel comenzaron a desaparecer, y con ellos mi fuerza de voluntad. ¿Qué puedo decir?, ¡soy débil! (Aaaamo la comida chatarra, no puedo negarlo) pero no quería darme por vencida y sabía que si lo hacía, los problemas regresarían y quizás podrían ser peor. El simple hecho de recordar al médico enumerándome la lista de consecuencias de una mala alimentación me pone de malas.
• Diabetes
• hipercolesterolemia
• Osteoporosis
• Obesidad
• Hipertensión
• Cáncer
Sobre todo esa última, da miedo. Lo tenía claro. Debía aportarle a mi cuerpo los nutrientes, vitaminas y minerales necesarios para trabajar correctamente y gozar de buena salud..
Decidí crearme hábitos, de tal forma que no me resultara tan complicado mantener una buena alimentación. Lo primero que hice fue marcar una fecha de 60 días en el calendario, después de todo quería saber si mis hábitos lograrían formar parte de mi vida, Estaba determinada
Es por eso que hoy quiero compartir contigo los 5 hábitos que cambiaron mi vida
1. Distribuir las comidas
Decidí aprender a planear mis 3 comidas y 2 colaciones según el plato de Harvard 50% del plato en verduras por lo general aquellos alimentos que son ricos en fibra, vitaminas y antioxidantes, 25% en proteínas en especial atún o salmón y el otro 25% en hidratos de carbono de tal forma que me aportaran los nutrientes necesarios para mi día a día.
2. Evitar el consumo de comida chatarra
Uno de los hábitos que más me ha costado, para mí era como una adicción. ¡Lo sé! No aportan nutrientes, su sabor es completamente artificial y su composición incrementa los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, entre otras.
3. Tomar agua
Una adecuada hidratación es importante para el correcto funcionamiento del organismo, además de mejorar la circulación del tracto digestivo nos ayuda a eliminar toxinas. En mis hábitos me propuse tomar al menos dos litros de agua al día.
4. Comer despacio y masticar bien los alimentos
Este fue todo un reto para mí, normalmente estaba acostumbrada a comer apresurada a tal grado que ni siquiera me sentaba, mi rutina era comer caminando o comer trabajando, pero realmente no saboreaba la comida y por lo general siempre me quedaba hambre. Al empezar este hábito me desesperaba pero poco a poco fui notando que me saciaba con menos cantidad de comida, me sentía más relajada y el estrés desaparecía.
5. No picar entre comidas
Necesité mucha fuerza de voluntad para eliminar este mal hábito, en la oficina los pasteles de cumpleaños no se hacían esperar así que aprendí a decirme a mí misma “NO”.
Con estos nuevos hábitos, mi vida dio un giro de 180°, comenzó a ser más agradable, sin ser mi objetivo llevar una buena alimentación me ayudo a perder peso y más allá del aspecto físico me ha permitido gozar de una buena salud.
Nunca es tarde para hacer un cambio positivo en tu vida.
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